El agua bendita es un buen remedio contra los vampiros, pero también puede servir para exorcizar los malos humores de una típica familia francesa. Eso es lo que hace una de las populares imágenes marianas provenientes de Lourdes en ‘La Virgen de plástico‘, un cómic de Pascal Rabaté y David Prudhomme, editado en España por Norma Editorial, y que recibió el Premio Esencial en el Festival de Angulême 2008.

En una narración, para revelar el carácter de un personaje, un buen truco es introducir un elemento que perturbe su cotidianeidad. En el caso de este tebeo, la principal protagonista es una familia tipo francesa, y el factor desestabilizador es una Virgen de plástico, traída por la devota abuela. El sacro recuerdo, que la viejecita coloca sobre el televisor de la casa, desatará la ira del abuelo Edouard, militante comunista, que no dudará en colgar junto a la figurita un retrato de Lenin.

Los abuelos viven en la casa de sus hijos y nietos, que ya están hartos de las continuas discusiones de los mayores… Pero este cuadro costumbrista dará un giro inesperado cuando la Virgen se ponga a llorar sangre, y se vean ante un milagro mariano en el salón de su hogar. Algo con lo que lidiarán con la mayor normalidad posible, lo que se demuestra con el singular detalle de que le colocan un balde debajo para que no les manche el suelo.

Estos son los mimbres con los que se teje  ‘La Virgen de plástico’, un elegante relato costumbrista, en el que la figurita sirve como excusa para hacer un ácido retrato social. Prudhomme aporta al pausado guión de Rabaté la candencia visual adecuada, creando unas páginas llenas de reconocibles escenas. Un tebeo íntimista -amantes de la acción abstenerse-, con un humor inteligente y poderosas metáforas visuales.

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Nota extra: los aficionados al manga -y los profanos con curiosidad- no pueden perderse los últimos artículos de Marc Bernabé sobre el eterno debate de la traducción de las onomatopeyas japonesas. Pueden seguirlo aquí (I) y aquí (II).